Desde el 11 de abril de 1997 celebramos el día mundial del Parkinson haciendo coincidir esta fecha con el nacimiento del Dr. James Parkinson, el famoso neurólogo que describió la enfermedad en el 1917. A partir de ese día celebramos esta fecha con el objetivo de concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre el impacto de esta patología y a su vez visibilizar como afecta en el día a día a aquellos que lo padecen.
¿Qué es el Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso de forma crónica y progresiva llegando a ser invalidante. A día de hoy afecta alrededor de 160.000 personas en España y a más de 7 millones de personas en todo el mundo.
Esta patología se caracteriza por la pérdida o degeneración de neuronas de la sustancia negra, es decir, una estructura situada en la parte media del cerebro. Se trata de una enfermedad poco común en menores de 40 años puesto que se suelen ver afectadas entre el 70-80% de las neuronas productoras de dopamina. Esta pérdida, por lo tanto, ocasiona una falta de dicha sustancia en el organismo, la dopamina, entre sus funciones, se encarga de transmitir información necesaria para realizar movimientos con normalidad. Esta carencia hace que el control del movimiento se vea alterado dando lugar a uno de los síntomas más comunes, los temblores en reposo y la rigidez.
Síntomas
La mayoría de los síntomas comienzan lentamente, a menudo, en un lado del cuerpo. Y con el progreso de la enfermedad acaban afectando de forma bilateral. Algunos de los síntomas más frecuentes son:
- Temblor en reposo en las manos, extremidades, mandíbula y la cara
- Rigidez en las extremidades y el tronco
- Bradicinesia o lentitud de los movimientos
- Problemas de equilibrio y coordinación
A medida que los síntomas se van complicando, las personas con la enfermedad pueden tener dificultades para caminar o hacer labores simples. También pueden tener problemas asociados como depresión, trastornos del sueño o dificultades para masticar, tragar o hablar.
Diagnóstico
El diagnóstico del Parkinson está basado en la clínica de la propia patología y una exploración neurológica puesto que en la actualidad no se dispone de ningún marcador bioquímico que indique la presencia de dicha enfermedad. Para diagnosticar el Parkinson debe existir la presencia de bradicinesia y al menos otro más de los síntomas más comunes de la enfermedad.
Además de esto, es posible que el especialista solicite alguna prueba de diagnóstico por imagen para acabar de contrastar y corroborar la sospecha.
La progresión de la enfermedad, el deterioro cognitivo, el tratamiento farmacológico y tratamiento quirúrgico exigen que el diagnóstico sea un proceso continuado. Solo así se consigue mejorar al máximo la calidad de vida y superar los síntomas de la enfermedad.
Tratamiento
Puesto a que en la actualidad no existe ninguna cura para el Parkinson, el tratamiento se dedicará a tratar aquellos síntomas que incapaciten más al paciente, siendo este el motivo de que no exista un tratamiento estándar.
Farmacológico
En la mayoría de los casos, se prescriben fármacos que aumentan o reemplazan la dopamina para ayudar a controlar los problemas relacionados con los temblores o el movimiento. Desgraciadamente, con el tiempo, los beneficios de los medicamentos con frecuencia disminuyen o se vuelven menos constantes.
Procedimientos quirúrgicos
Existe un procedimiento quirúrgico llamado estimulación cerebral profunda en la cual el cirujano implanta unos electrodos en una zona específica del cerebro conectados a un generador implantado en el pecho, cerca de la clavícula a través del cual se envían impulsos eléctricos al cerebro pudiendo llegar a reducir los síntomas. Como todo proceso quirúrgico, la cirugía implica riesgos, incluidas infecciones, accidentes cerebrovasculares o hemorragia cerebral. Algunas personas tienen problemas con el sistema de estimulación cerebral profunda implantado o sufren complicaciones a causa de la estimulación, haciendo posible que el médico deba ajustar o reemplazar algunas partes del sistema.
Otros tratamientos
Tratamiento con toxina botulínica: Consiste en la utilización del botox en los tratamientos de las distonías faciales muchas veces relacionadas con la enfermedad de Parkinson.
Andulación: Se utiliza este tratamiento con la finalidad de reducir el espasmo muscular y por consiguiente relajar la musculatura espástica o contracturada.
Auriculoterapia: consiste en aplicar pequeñas agujas sobre el pabellón auricular que reactivan los mecanismos que autorregulan la producción de dopamina y demás sustancias neurotransmisoras.
Fisioterapia: Tiene el objetivo de ayudar a rehabilitar la marcha, disminuir bloqueos, mejorar los cambios posturales, mantener la amplitud de movimiento y la elasticidad muscular, y disminuir las molestias físicas derivadas de otros síntomas que aparecen durante la evolución de la enfermedad.