La causa de la aparición de esta enfermedad no se conoce. Se han estudiado agentes infecciosos como bacterias o virus, aunque se sospecha que es un trastorno del sistema inmune.
En las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunitario produce sustancias que se usan en contra de su propio organismo, en este caso las articulaciones. La consecuencia de ello es que se inflaman. Además, la artritis reumatoide también puede ser de origen genético.
Los principales síntomas de la artritis reumatoide son la inflamación y el dolor de las articulaciones. El dolor está provocado por la inflamación de la membrana sinovial que recubre los cartílagos.
Los dolores que provoca esta enfermedad conducen a la pérdida progresiva de la movilidad. Asimismo, las juntas se deterioran y provocan una postura forzada. En este sentido, son frecuentes las distorsiones en forma de cuello de cisne, que sucede cuando la última falange del dedo está apuntando hacia abajo, y los nudillos de las articulaciones de los dedos llegan a la superficie. También se sufre daño muscular, ya que se acortan y se endurecen. Todo ello provoca que las tareas cotidianas como sostener los cubiertos o atar los cordones de los zapatos sean cada vez más dolorosas.
Finalmente, en una etapa ulterior de la enfermedad los síntomas ya no se limitan en afectar las articulaciones, sino también pueden aparecer en los ojos, pulmones, corazón, etc.
Es por lo que cuanto más temprana sea la respuesta, menor será el daño articular permanente y se podrá mantener una mayor movilidad física.
Según los expertos, la prioridad absoluta durante el tratamiento de la artritis reumatoide es evitar la llamada erosión articular, que causa la destrucción del tejido de las articulaciones. Con el fin de poner remedio a las inflamaciones articulares tan pronto como sea posible se requiere un diagnóstico lo más preciso posible.
El diagnóstico de la artritis reumatoide se basa en el criterio clínico del médico, ya que aún no se cuenta con una prueba que establezca el padecimiento de la enfermedad. En este sentido, el interrogatorio sobre los antecedentes personales y familiares del paciente y la exploración física, constituyen los pilares del diagnóstico de la enfermedad.
Para diagnosticar la artritis, se necesitan varias pruebas. En primer lugar, se realiza un análisis de sangre para determinar si hay valores que informen sobre el nivel de la inflamación, la velocidad de sedimentación globular o la concentración de proteína C-reactiva (CRP). El factor reumatoide se comprueba en la sangre, los anticuerpos que atacan a los tejidos y las articulaciones del cuerpo.
Absolutamente esencial para el diagnóstico son las radiografías de las articulaciones afectadas. Sólo así las alteraciones típicas de la artritis pueden ser detectadas a tiempo y poder aplicar un tratamiento para la artritis reumatoide adecuado con cada caso.
El ejercicio regular es un requisito básico para el cartílago y por lo tanto para mantener las articulaciones saludables. Después de todo, la circulación de la sangre es estimulada por la actividad física.
Asimismo las articulaciones también están provistas de nutrientes: minerales, azúcar y proteínas son alimentos esenciales para el cartílago. Además, gracias al movimiento de la articulación también se drenan mejor los residuos y otras sustancias nocivas. Por otra parte, la estimulación mecánica aumenta la actividad de las células del cartílago.
No hay que confundir la actividad física adecuada en estos casos con sobrecargar las articulaciones; deportes como la gimnasia, el ciclismo, el esquí, el senderismo o la marcha son muy apropiados. En cambio, los deportes que sobrecargan las articulaciones deben ser evitados: esto incluye el tenis, squash, correr sobre superficies duras, hándbol, fútbol, montañismo y deportes de fuerza tales como levantamiento de pesas.
Ciclismo: acostado, debes elevar ambas piernas hacia arriba y moverlas como si estuvieras pedaleando.
Rotación de los hombros: comenzar trazando pequeños círculos y poco a poco hacerlos más grandes. Rotar tanto hacia delante como hacia atrás durante unos tres minutos.
Rotación de las articulaciones de las manos: realizar un movimiento circular en ambas direcciones con las dos manos. Repetir diez veces en cada dirección.
Separación de los dedos: separar al máximo los dedos; a continuación, cerrar el puño con fuerza y liberar los dedos lentamente. Repetir diez veces.
En el tratamiento de la artritis reumatoide se utilizan dos tipos de fármacos: para aliviar el dolor (antiinflamatorios y corticoides), y para modificar la enfermedad a largo plazo. En la actualidad existen una amplia gama de medicamentos a base de corticoesteroides, como la prednisona, para inhibir la inflamación de las articulaciones.
Además de los medicamentos básicos antes mencionados son también comunes en los tratamientos para la artritis reumatoide los fármacos biológicos tales como inhibidor de TNF. Estas sustancias están compuestas de biología molecular que bloquean los efectos perjudiciales causados por sustancias inflamatorias producidas por el cuerpo. Hay que tener en cuenta, pero, que aunque estos fármacos biológicos ayudan contra la artritis también pueden debilitar nuestras defensas.
En un primer paso nos proporciona la energía para luchar contra la infección. A través del 2º principio biofísico, se produce un alivio rápido de los síntomas agudos y se evita la destrucción de las articulaciones, causada por la inflamación.
El tratamiento de la artritis reumatoide se puede complementar con una terapia física y ocupacional específica. Ésta se debe seguir con el fin de fomentar la movilidad y el mantenimiento de las articulaciones.
El frío alivia el dolor y reduce la inflamación de las articulaciones. Para esto, los pacientes pueden usar bolsas de hielo o bolsas especiales rellenas de gel frío en las articulaciones afectadas varias veces al día en periodos de no más de cinco minutos, y envolviendo las bolsas en un paño para proteger la piel de la congelación.
La artritis reumatoide no se trata de un simple “achaque”, sino de una enfermedad grave que debe ser tratada lo más rápido posible.
Si la inflamación penetra en las articulaciones y se deja sin tratar, estas quedarán dañadas irreparablemente, de ahí la importancia de su tratamiento. Para este fin es conveniente la terapia de andulación, En un primer paso nos proporciona la energía para luchar contra la infección. A través del 2º principio biofísico, se produce un alivio rápido de los síntomas agudos y se evita la destrucción de las articulaciones, causada por la inflamación.