Las causas de la fibromialgia no son hasta ahora muy claras. Se sospecha que, además de una alteración de determinados neurotransmisores del sistema nervioso, aunque también puede haber factores genéticos en juego. En algunos casos, la fibromialgia se produce como resultado de trastornos inflamatorios reumáticos, enfermedades autoinmunes e infecciones virales.
En general, las causas aceptadas más comunes de la fibromialgia son:
También pueden provocar la enfermedad los tumores malignos, enfermedades neurológicas como el Parkinson o accidentes. Si la fibromialgia nace a partir de alguna de estas causas se conoce como síndrome de fibromialgia secundaria, aunque en la mayoría de los casos la causa real de esta patología es desconocida. En estos casos hablamos de síndrome de fibromialgia primaria sin desencadenante conocido.
Por lo general, los síntomas incluyen:
Dolores fuertes, a veces sordos, a veces ardientes en los llamados puntos sensibles, o también conocidos como puntos gatillo. Se trata de los músculos y tendones que se extienden por todo el cuerpo y tienen un grosor aproximado de un centímetro. Solo con una ligera presión sobre estos puntos sensibles ya provocan dolor. Al dolor muscular también se le denomina mialgia.
El dolor en la fibromialgia tiene algunas particularidades como la alodinia (un dolor por estímulos no dolorosos), la hiperalgesia (dolor mayor de lo habitual) y presenta persistencia, ya que está presente durante más tiempo de lo normal.
Además, el dolor se puede irradiar desde los puntos sensibles hasta áreas más remotas del cuerpo. El dolor se produce tanto de día como de noche y puede durar bastante, a veces incluso prolongarse durante años. De hecho, es habitual que los pacientes que padecen fibromialgia se refieran a un dolor generalizado en todo el cuerpo.
Los síntomas adicionales incluyen:
•Fatiga y cansancio al realizar poco esfuerzo que tampoco desaparecen completamente con el descanso.
•Dolores de cabeza.
•Trastornos del sueño. Aparecen problemas para conciliar el sueño así como poca calidad del sueño.
•Rigidez matutina de las articulaciones y tendones.
•Hinchazón de manos, pies o cara.
•Deterioro cognitivo. Dificulta que el paciente se exprese correctamente de forma verbal, o incluso la memorización.
Otros síntomas comunes son dificultad para concentrarse, letargo, depresión, náuseas y sensibilidad a los cambios de tiempo.
Es una enfermedad difícil de diagnosticar. A menudo sucede que los pacientes viven una auténtica odisea de médico en médico hasta que por fin obtienen un diagnóstico correcto. Después de un extenso interrogatorio acerca de su historial médico, el paciente es sometido a un examen médico completo. El diagnóstico comienza con una exploración clínica del paciente en busca de los diferentes síntomas mencionados anteriormente. Para el diagnóstico resulta fundamental la detección de los 18 puntos sensibles o puntos gatillo.
Aunque los casos de fibromialgia no acostumbran a provocar ningún cambio apreciable mediante análisis de sangre o rayos X, estas pruebas se pueden llevar a cabo, por ejemplo, para excluir otras condiciones como pueden ser enfermedades inflamatorias reumáticas, enfermedades autoinmunes o inflamaciones musculares.
Es una de las características principales de la fibromialgia, la alta sensibilidad a la presión aplicada en los puntos sensibles, también denominados puntos gatillo. Se han identificado 18 de estos puntos, los cuales se extienden por todo el cuerpo. Se trata de la prueba clínica más acertada para detectar una fibromialgia. Después de presionar con los dedos los 18 puntos dolorosos distribuidos en el cuerpo al menos 11 deben resultan positivos. Asimismo, también se debe cumplir la condición de que estos dolores existan durante los últimos 3 meses por lo menos.
Algunos puntos de dolor se encuentran en la espalda, en los hombros, los músculos del cuello y la zona inferior del cuello. Otros puntos sensibles los encontramos en las protuberancias transversales entre la quinta y la séptima vértebra cervical. Dos puntos especialmente sensibles se encuentran en los músculos del hombro.
Los siguientes puntos los encontramos en la segunda costilla junto al esternón, y también a la parte superior del brazo. También encontramos puntos sensibles en la zona de la pelvis debajo de la cresta ilíaca. Por último, hay otro punto dolor en el interior de la rodilla, un poco por encima de la articulación.
La práctica regular de deportes que mejoren la resistencia cardiovascular tales como correr, caminar, montar en bicicleta o nadar son una ayuda muy eficaz para pacientes que sufran fibromialgia. También el seguimiento de un entrenamiento cardiovascular bajo la supervisión de un terapeuta deportivo puede resultar de gran ayuda.
Existen una serie de tratamientos fisioterapéuticos que pueden contribuir de manera eficaz al alivio de las dolorosas molestias. Entre ellos se encuentran los tratamientos con frío y calor en todo el cuerpo, los masajes del tejido conjuntivo así como los ejercicios de fisioterapia dirigidos a un único objetivo.
Uno de los procedimientos que mejores resultados ha demostrado frente a la fibromialgia es la denominada terapia cognitivo conductual. Gracias a ella es posible conseguir una clara mejora en lo relativo a las molestias que con frecuencia se mantienen durante años.
La terapia de andulación ofrece unos excelentes resultados en el tratamiento del dolor de las fibras musculares. Gracias a su efecto estimulante sobre la circulación y el metabolismo, el abastecimiento de oxígeno y nutrientes a las células mejora notablemente, como también lo hacen la separación de sustancias nocivas y productos finales del metabolismo.
Para el alivio del dolor se recomienda especialmente el uso de analgésicos muy potentes. El inconveniente de este compuesto es que un uso continuado del mismo puede producir dependencia en el paciente, riesgo que deberá ser muy tenido en cuenta en caso de utilizarlo. Como método alternativo, tanto la acupuntura como los tratamientos osteopáticos pueden aportar un alivio notable del dolor.
Los dolores continuos suponen una enorme carga que somete a los pacientes a un gran estrés. Por este motivo, en los casos de fibromialgia es muy importante procurar una relajación regular. Para ello se recomiendan métodos como el entrenamiento autógeno, el yoga, la meditación o la relajación muscular progresiva de Jacobson.
La terapia de andulación ofrece unos excelentes resultados en el tratamiento del dolor de las fibras musculares. Gracias a su efecto estimulante sobre la circulación y el metabolismo, el abastecimiento de oxígeno y nutrientes a las células mejora notablemente, como también lo hacen la separación de sustancias nocivas y productos finales del metabolismo. Esto provoca un alivio considerable del dolor.
La terapia de andulación ofrece al cuerpo un profundo estado de relajación, ya que el potencial de activación aumentado del sistema simpático, que va acompañado de dolores continuos, puede reducirse en un primer paso a algo a corto plazo y a continuación hacerlo de forma duradera. De esta forma se eliminan las tensiones musculares y los bloqueos de las articulaciones, lo que conlleva la supresión de las sobrecargas de las fibras nerviosas y musculares dañadas. El principio biofísico de superposición del dolor ayuda en un primer momento a poder mover de nuevo el área afectada, garantizado con el uso regular de la terapia de Andulación la liberación de endorfinas (hormonas de la felicidad). Esto tiene un efecto muy importante y actúa con cualquier tipo de dolor, hacen que la persona de que se trata rompa con el círculo vicioso de dolor.