Patologías

Hernia discal

La hernia discal es una enfermedad localizada en nuestra columna vertebral. Se produce por el desplazamiento de uno o de varios discos de la columna que produce el dolor. Las hernias se localizan principalmente en la región de la columna lumbar, sobre todo entre la cuarta y quinta vértebras lumbares.

Tenemos en nuestra columna vertebral 23 discos intervertebrales que actúan como amortiguadores y que ayudan a que ésta sea flexible y esté protegida contra los impactos. A excepción de la primera y segunda vértebras cervicales y las vértebra sacra y coccígea, encontramos un disco entre cada cuerpos vertebral. Puede suceder que su núcleo gelatinoso se deslice y rompa la fibra que lo envuelve. Esto produce que el núcleo interno del disco abandone el lugar que le corresponde y salga al exterior. La consecuencia de esto es una hernia discal.

Causas de la hernia discal

La causa más común de hernia es el desgaste de los discos intervertebrales debido a la edad. Es decir, por resultado del desgaste diario de la columna. El contenido de agua en el núcleo del disco intervertebral disminuye con los años. Esto comporta una reducción gradual de la elasticidad y la capacidad de absorber golpes y vibraciones. Con el tiempo, surgen grietas en el anillo de fibra, lo que disminuye su fuerza. El disco intervertebral puede terminar cediendo y presionando los nervios de la médula espinal, causando dolor.

Más allá del factor tiempo también juega un papel importante el cargar objetos pesados de forma incorrecta, sobrecargando la médula espinal. Así como también un giro o una postura realizada de forma brusca agrava la situación de un disco debilitado. La obesidad es otra posible causa de sufrir una hernia discal.

Síntomas de la hernia discal

El disco en sí “no duele”, es decir, no produce el intenso dolor característico de la hernia discal lumbar. Concretamente, lo que produce muchas veces ese dolor es que ese disco desplazado comprima o pince uno de los nervios que recorren la zona lumbar, a lo que se llama dolor radicular.

La presencia y la naturaleza de los síntomas dependen de la cuestión del disco intervertebral desplazado y las estructuras nerviosas afectadas. Incluso puede suceder que no haya dolor, aunque por desgracia suele ser el caso. Por lo general, los pacientes tienen dolor agudo punzante que a veces se irradia a la rodilla o incluso a los pies. Son síntomas característicos el cosquilleo y adormecimiento en la zona donde se localiza la hernia así como el debilitamiento de los músculos circundantes.

Una hernia discal también puede provocar problemas con la micción y/o defecación, así como entumecimiento en la zona genital, la zona anal o la cara interna del muslo. Estos síntomas son señales de advertencia de la llamada CES, que requiere tratamiento médico inmediato, pues el daño permanente del nervio puede llegar a causar parálisis. Para evitarlo, el disco desplazado debe ser removido quirúrgicamente de inmediato.

En resumen, algunos de los síntomas más comunes de la hernia discal son:

•Dolor cervical, especialmente en la parte posterior o lateral.
•Empeoramiento del dolor al toser, al hacer esfuerzos o reír.
•Dolor profundo, cerca o de las paletillas del lado afectado del hombro.
•Debilidad de los músculos del brazo.
•Dolor irradiado al hombro, parte superior del brazo, antebrazo y en ocasiones a la mano, los dedos o el tórax.
•Incremento del dolor al doblar el cuello o girar la cabeza hacia un lado.
•Espasmo de los músculos cervicales.

Diagnóstico de la hernia discal

Tratamiento de la hernia discal

El médico especialista es el que decide el tratamiento combinado más adecuado para cada caso. Estos tratamientos pueden ir desde la cirugía a la fisioterapia, la natación terapéutica, los fármacos analgésicos y antiinflamatorios

Tratamiento térmico

Un tratamiento conservador, térmico y de terapia del dolor de cuatro a seis semanas generalmente provoca una mejora de los síntomas de la hernia discal. Se calcula que el noventa por ciento de los pacientes pueden ser tratados con éxito a través de estas medidas tradicionales sin necesidad de cirugía.

Cirugía

En el caso de daño a los nervios con parálisis, o si los síntomas no mejoran mediante tratamientos tradicionales, la cirugía es inevitable. Cada vez son más comunes las cirugías llamadas mínimamente invasivas. Por desgracia, estos métodos mínimamente invasivos sólo son apropiados en el caso de hernias discales poco complejas. Si no es el caso, una operación quirúrgica se deberá llevar a cabo para extraer el disco intervertebral de forma parcial o total.

Andulación

La terapia de andulación ha demostrado ser un tratamiento muy efectivo en los casos de protrusión de disco. Entre otros efectos, actúa sobre la irritación de los receptores en los vasos sanguíneos y su dilatación. Esto conduce a una estimulación intensiva de la circulación del flujo linfático, naturalmente también en el área del disco dañado.

Tratamiento activo adicional

No importa el método con el que el paciente haya tratado su hernia, éste deberá realizar un tratamiento activo a posteriori. Esto incluye ejercicios dirigidos de los músculos abdominales y la espalda, así como fisioterapia. Por otra parte, también se recomienda la terapia ocupacional y la reducción del estrés.

La terapia de andulación en la hernia discal

La terapia de andulación ha demostrado ser un tratamiento muy efectivo en los casos de protrusión de disco. Entre otros efectos, actúa sobre la irritación de los receptores en los vasos sanguíneos y su dilatación. Esto conduce a una estimulación intensiva de la circulación del flujo linfático, naturalmente también en el área del disco dañado.

De esta forma se van liberando las tensiones y bloqueos de los cuerpos vertebrales y se amplía el espacio intervertebral, que produce una reducción notable e inmediata del dolor. De esta manera, la movilidad puede ser restablecida y mantenida a largo plazo.

Además, el calor profundo infrarrojo, que afecta a todo el cuerpo, potencia los efectos positivos de la terapia de la Andulación. Técnicamente esta reacción fisiológica es comparable con el tratamiento de la hernia discal y en su efecto como una combinación de los 5 principios biofísicos.

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Más información de la hernia discal

La mayoría de los pacientes que sufren una hernia discal tienen entre 45 y 55 años de edad. Asimismo, el noventa por ciento de ellos ven afectadas sus vértebras. Rara vez la zona afectada por una hernia es la columna cervical. Estos casos son reconocibles debido al dolor en los brazos, los dedos, y la zona de los hombros.

Estructura de los discos intervertebrales

El disco intervertebral se compone de tejido conectivo: un anillo fibroso externo, el annulus fibrosis, encierra el suave núcleo gelatinoso suave, el nucleus pulposus, que posee la capacidad de almacenar agua, proporcionando al disco su elasticidad. El anillo de fibra está conectado con la columna vertebral por medio de una banda longitudinal que usa como soporte al que agarrarse firmemente.

Durante el transcurso del día el contenido de agua en el núcleo del disco intervertebral disminuye, reduciendo su carga sobre la columna vertebral. Es por ello que en la mañana somos un poco más altos que por la noche, pues la distancia entre las vértebras individuales se reduce un poco.

Las tareas de los discos intervertebrales

Los discos intervertebrales sirven como amortiguadores. Evitan que los cuerpos vertebrales individuales se toquen entre sí y se dañen entre ellos. Los discos intervertebrales también protegen la columna vertebral contra golpes e impactos.

Investigar una hernia

Con el fin de determinar el grado en que los nervios han sido dañados por la hernia discal se tiene que hacer un examen neurológico completo, en el que el médico no sólo evaluará los reflejos y la sensibilidad, sino también la velocidad de conducción de los nervios afectados. En caso de que la hernia afecte las vértebras cervicales, conviene medir el ritmo cardíaco de las piernas y los brazos con el objetivo es detectar posibles problemas de la circulación tras el desplazamiento del disco intervertebral.

Asimismo, es necesario tomar una radiografía de cada zona en la que haya una hernia. Los tests de imagen como la tomografía computarizada y la resonancia magnética son también parte de los métodos oficiales para investigar las hernias ya que permiten obtener una imagen directa de la médula espinal y los nervios.

Protuberancia del disco

Cuando existe una protuberancia del disco nos encontramos en la etapa previa de una hernia; el núcleo gelatinoso del disco se ha desplazado, pero sin romper el anillo de fibra. No tiene por qué acabar derivando en una hernia, pero sí que provoca dolor.

Cómo prevenir las hernias discales

Hacer ejercicio

Conviene reforzar los músculos abdominales y de la espalda alivia los discos intervertebrales. Concretamente, se debe realizar una rutina de ejercicios y estiramientos que los fortalezcan.

Cargar peso de forma correcta

Los objetos pesados deben ser levantados de cuclillas y con la espalda recta.

Reducir el exceso de peso

Cualquier exceso de peso es una tensión adicional en los discos intervertebrales y pone en riesgo su buen funcionamiento. Tanto en el trabajo como en el ejercicio físico, conviene no hacer esfuerzos excesivos levantando objetos o realizando cualquier tipo de fuerza.

Mantener una dieta saludable

Realizar una dieta equilibrada es muy importante en la absorción de nutrientes que fortalecen los discos y previenen las hernias. Para ello se deben incluir en la dieta alimentos ricos en fibra, vitaminas y minerales, como por ejemplo los cereales, frutas y verduras. Además debe realizarse una correcta hidratación.

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