Patologías

Protusión discal

La protusión de disco intervertebral, también llamada protusión de disco, es la fase previa a la hernia de disco.

En este caso, el núcleo gelatinoso de su interior se desplaza sin llegar a romper todavía el anillo de fibras que lo rodea.

Causas de la protusión discal

Las causas de una protusión de disco intervertebral están normalmente relacionadas con el desgaste propio de la edad del disco afectado. Con los años, el  contenido en agua del núcleo interno gelatinoso de los discos se reduce y por ello disminuye tanto su elasticidad como su capacidad de amortiguar golpes y sacudidas.

Asimismo, también las sobrecargas o cargas inapropiadas continuas pueden conducir a la protrusión. El núcleo gelatinoso va perdiendo elasticidad y resistencia de forma cada vez más rápida. En un momento dado el anillo de fibras deja de poder cumplir su función de soporte, cede a la presión del núcleo gelatinoso y se extiende por la periferia del cuerpo vertebral. Otra de las causas de peso de la protrusión de disco es, en todo el sentido de la palabra, el sobrepeso. En algunos casos menos frecuentes, el detonante puede ser una inflamación del disco.

Síntomas de la protusión discal

Normalmente, las protusiones generan unos dolores de igual intensidad a los provocados por un prolapso en un disco afectado. Este dolor, principalmente punzante y muy fuerte puede extenderse tanto a los brazos y las manos como a las piernas y los pies. A veces, el dolor puede llegar incluso al área de la nuca.

La sensación en las áreas afectadas por el dolor es de hormigueo, entumecimiento y una sensibilidad menor a lo acostumbrado. Estos dolores pueden empeorar al someter al cuerpo a cargas físicas, así como por pasar mucho tiempo sentado o de pie. Igualmente pueden aparecer parálisis y sensaciones disminuidas en las áreas con dolor, además de la llamada rigidez en extensión en la región lumbar. La musculatura de la espalda y a veces también la de las piernas se debilita y se tensa. También pueden aparecer problemas para la micción y la defecación. Una protusión de disco influye enormemente en la capacidad de movimiento y dificulta un gran número de actividades diarias.

Diagnóstico de la protusión discal

Para el diagnóstico de una protusión discal será necesaria una exploración física por parte del especialista para poder valorar de forma precisa la sintomatología. Además de esto, serán necesarias pruebas de diagnóstico por imagen para poder descartar posibles complicaciones o patologías asociadas. Los métodos más precisos para esto son el TAC, la resonancia magnética y la radiografía.

Tratamiento de la protusión discal

Tratamiento conservador

El reposo, los tratamientos térmicos y los analgésicos, aplicados durante varias semanas, conducen a una notable mejoría de las molestias. Se puede tratar con éxito a la mayoría de los pacientes aplicando estas medidas conservadoras.

Levantar cargas correctamente

Los objetos pesados deben levantarse únicamente partiendo de una posición en cuclillas y con la espalda recta.

Aumento muscular específico

Gracias a un entrenamiento muscular especial se puede fortalecer la musculatura abdominal y de la espalda. Esto contribuye a una descarga de los discos y los protege frente a posibles daños.

Andulación

La terapia de andulación ha demostrado ser un tratamiento muy efectivo en los casos de protusión de disco. Entre otros efectos, actúa sobre la irrigación de los vasos sanguíneos y su dilatación para de esta manera tener una musculatura sana que haga de sostén para aliviar tensiones en el disco.

La terapia de andulación en la protusión discal

La terapia de andulación ha demostrado ser un tratamiento muy efectivo en los casos de protrusión de disco. Entre otros efectos, actúa sobre la irrigación de los vasos sanguíneos y su dilatación. Esto conduce a una estimulación intensiva de la circulación del flujo linfático, naturalmente también en el área del disco dañado. De esta forma se van liberando las tensiones y bloqueos de los cuerpos vertebrales y se amplía el espacio intervertebral, produciendo una reducción notable e inmediata del dolor. De esta forma se restablece y se mantiene a la larga la capacidad de movimiento y además, el calor infrarrojo profundo, que actúa en todo el cuerpo, fomenta los efectos positivos de la terapia de andulación.

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