Con el motivo del día mundial contra el dolor, en iXalud queremos destacar la importancia con la que clasifica la OMS a este síntoma, incluyendo el dolor crónico como una patología en sí. Esta clasificación pretende transformar la atención a los pacientes con dolor crónico y su investigación a nivel mundial para poder facilitar un tratamiento que lleve a una mejor calidad de vida al paciente.
¿Qué es el dolor?
La Real Academia Española define el dolor como una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior.
Desde un punto de vista de salud, el dolor es una percepción sensorial que suele estar localizada, es subjetiva y de intensidad variable que puede resultar molesta o desagradable en la parte del cuerpo que se siente. El dolor es el resultado de una estimulación por parte de las terminaciones nerviosas sensitivas de la zona, suele acompañar a un proceso inflamatorio y su aparición suele ser una señal de alerta ante la presencia de un problema o enfermedad.
Tipos de dolor
El dolor puede clasificarse en función de diversos criterios, según su duración, origen, localización, curso, intensidad, sensibilidad al tratamiento…
Agudo: Su duración es corta, generalmente se asocia a un daño en algún tejido y una vez se cura el dolor desaparece. Suele ser un dolor claramente localizado y su intensidad va directamente relacionada con el estímulo que lo provoca.
Crónico: Su duración supera los 3 – 6 meses (dependiendo de su origen) y se prolonga una vez finalizada la curación de la lesión que lo origina, suele relacionarse al padecimiento de alguna afección o patología crónica.
Nociceptivo: Causado por la activación de los receptores del dolor (nociceptivos) como respuesta a un estímulo que suele ser una lesión, inflamación o enfermedad.
Neuropático: Causado por una lesión en el sistema nervioso. Suele describirse como una quemazón, punzante y suele ir acompañado de hormigueos, hiperalgesia y alodinia.
Psicógeno: Originado por el ambiente psico-social que rodea al individuo.
En este caso se clasifica según su respuesta a los opioides como buena, parcial o escasa y se clasifica como un dolor difícil en los casos en que no responde al tratamiento.
Continuo: en aquellos casos que el dolor persiste a lo largo del día y no desaparece.
Incidental: cuando el dolor aparece y desparece en función de realizar algún movimiento o acción voluntaria.
Espontaneo: Cuando el dolor aparece y desaparece sin previo aviso ni motivo aparente.
Somático: se produce por la excitación anormal de los nociceptores somáticos superficiales o profundos. (piel, musculatura, huesos, vasos…) Suele ser un dolor localizado y punzante que se irradia a través de los nervios.
Visceral: Se produce por una excitación anormal de los nociceptores viscerales. Difícil de localizar continuo y profundo se puede irradiar de forma difusa a zonas alejadas a su origen.
Leve: Permite realizar actividades del día a día.
Moderado: Interfiere en la realización de actividades del día a día.
Severo: Interfiere con el descanso y con la capacidad de realizar las actividades del día a día.
Evolución e incidencia
El dolor agudo es un elemento fundamental para que el organismo funcione. Actúa como señal de alarma advirtiendonos de que existe algún peligro y nos permite poner en marcha los mecanismos necesarios para protegernos o evitar enfermar. Cuando este dolor persiste durante más de 3 a 6 meses desde la lesión o su aparición pasará a ser considerado un dolor crónico y habrá que prestarle la importancia debida puesto que a diferencia del dolor agudo, el dolor crónico es causa de otra enfermedad o afección y lo es también considerada por sí solo.
Según algunos datos sobre la población española, al menos un 30% ha estado de baja a lo largo de su vida laboral como consecuencia de su dolor. En los casos de que el dolor sea crónico, un 22% de los pacientes acaba perdiendo su puesto de trabajo y un 4% se ve obligado a cambiar de profesión.
Teniendo en cuenta estos elevados datos, podríamos decir que cualquier persona en algún momento de su vida ha sufrido dolor y por ello será de vital importancia evitar que este dolor se cronifique y así prevenir la aparición de otras posibles complicaciones o afecciones relacionadas con la dolencia siempre que se pueda.
Tratamiento del dolor
Muchos dolores pueden aliviarse con algunas medidas o cuidados básicos que incluyen el reposo, la aplicación de termoterapia o los masajes.
Lo más común es que también se pauten algunos fármacos con la finalidad de tratar la dolencia. los analgésicos y los antiinflamatorios son los más comunes sobretodo en dolencias agudas, cuando se trata de dolencias crónicas es más común que tu médico te acabe recetando algún opiáceo, sobretodo en los casos que los anteriores no funcionan.
Como método no farmacológico y en casos más complejos, existen varios tratamientos que pueden resultar efectivos entre ellos la acupuntura, la electroestimulación, los masajes, la Andulación, meditación, fisioterapia, psicoterapia e incluso en casos más extremos la cirugía. Siempre puedes consultar con tu doctor cuál sería el más indicado en tu caso.
Andulación y dolor
La terapia de Andulación ofrece unos excelentes resultados en el tratamiento del dolor. Gracias a su efecto estimulante sobre la circulación y el metabolismo, el aporte de oxígeno y nutrientes a las células mejora notablemente, como también lo hacen la separación de sustancias nocivas y productos finales del metabolismo. Esto provoca un alivio considerable del dolor.
La terapia de Andulación ofrece al cuerpo un profundo estado de relajación, ya que el potencial de activación aumentado del sistema simpático, que va acompañado de dolores continuos, puede reducirse en un primer paso a algo a corto plazo y a continuación hacerlo de forma duradera.