Vivir con dolor afecta a la salud física e incluso psicológica de aquel que lo padece. Se estima que casi un 30% de la población española no hospitalizada padece algún tipo de dolor, de estos, casi el 18% padece el llamado dolor crónico.
¿Qué es el dolor?
Se entiende por dolor a la señal que envía nuestro sistema nervioso para alertarnos de que algo no va bien. Por lo general se describe como una sensación desagradable, como un pinchazo, hormigueo, ardor o calambre que puede ser intermitente o constante y localizada o generalizada.
Evaluar una dolencia es algo complejo ya que el dolor en si es algo subjetivo por lo que será necesario valorar también su duración, patogenia, intensidad. Se estima que aproximadamente un 5% de la población española padece dolor a diario.
Clasificación del dolor
Se puede clasificar el dolor de diferentes formas, entre las cuales las más comunes son por duración o origen. Hoy queremos dejar clara la diferencia en el dolor según su duración ya que es una de las formas por las que más afectada puede verse a calidad de vida de aquel que lo padece. Podemos diferenciar entonces 2 tipos:
Dolor agudo: Es un dolor repentino que suele resultar de una enfermedad, lesión o inflamación. Se caracteriza por desaparecer después de ser tratado y no superar los 6 meses su duración.
Dolor crónico: Se caracteriza por tener una duración de más de 6 meses independientemente de que se produzca de forma recurrente o continuada. Por lo general no tiene cura y puede desencadenar a graves complicaciones si no se trata.
No debemos entender el dolor crónico como una simple persistencia de un dolor agudo ya que participan en los diversos factores psicológicos, de conducta, cognitivos y sociales que requieren de una evaluación por parte de un equipo multidisciplinar y en algunos casos incluso requieren derivar a una unidad del dolor.
Tratamiento del dolor
En su gran mayoría, los dolores agudos pueden aliviarse con algunas medidas o cuidados básicos que incluyen el reposo, la aplicación de termoterapia o los masajes.
Por otro lado, el dolor crónico no solo es perjudicial para la salud sino que también afecta a nuestro bienestar, ya que puede afectar a nuestro descanso, ánimo, dieta e incluso a nuestros hábitos saludables si no establecemos un buen plan de tratamiento. Lo más común es iniciar la estrategia terapéutica con acciones sencillas y poco agresivas y que el médico que lleva su caso vaya considerando opciones más complejas en función de la evolución de los síntomas.
Lo habitual es pautar algunos fármacos con la finalidad de tratar la dolencia como primera opción médica. Los analgésicos y los antiinflamatorios son los más comunes en dolencias agudas, cuando se trata de dolencias crónicas es más común que tu médico te acabe recetando algún opiáceo, sobre todo en los casos que los anteriores no funcionan.
Como método no farmacológico y en casos más complejos, existen varios tratamientos que pueden resultar efectivos entre ellos la acupuntura, la electroestimulación, los masajes, la Andulación, meditación, fisioterapia, psicoterapia e incluso en casos más extremos la cirugía. Siempre puedes consultar con tu doctor cuál sería el más indicado en tu caso.
Andulación y dolor
La terapia de Andulación ofrece unos excelentes resultados en el tratamiento del dolor. Gracias a su efecto estimulante sobre la circulación y el metabolismo, el aporte de oxígeno y nutrientes a las células mejora notablemente, como también lo hacen la separación de sustancias nocivas y productos finales del metabolismo. Esto provoca un alivio considerable del dolor.
La terapia de Andulación ofrece al cuerpo un profundo estado de relajación, ya que el potencial de activación aumentado del sistema simpático, que va acompañado de dolores continuos, puede reducirse en un primer paso a algo a corto plazo y a continuación hacerlo de forma duradera.