La mayoría de los pacientes que sufren una hernia discal tienen entre 45 y 55 años de edad. Asimismo, el noventa por ciento de ellos ven afectadas sus vértebras. Rara vez la zona afectada por una hernia es la columna cervical. Estos casos son reconocibles debido al dolor en los brazos, los dedos, y la zona de los hombros.
Estructura de los discos intervertebrales
El disco intervertebral se compone de tejido conectivo: un anillo fibroso externo, el annulus fibrosis, encierra el suave núcleo gelatinoso suave, el nucleus pulposus, que posee la capacidad de almacenar agua, proporcionando al disco su elasticidad. El anillo de fibra está conectado con la columna vertebral por medio de una banda longitudinal que usa como soporte al que agarrarse firmemente.
Durante el transcurso del día el contenido de agua en el núcleo del disco intervertebral disminuye, reduciendo su carga sobre la columna vertebral. Es por ello que en la mañana somos un poco más altos que por la noche, pues la distancia entre las vértebras individuales se reduce un poco.
Las tareas de los discos intervertebrales
Los discos intervertebrales sirven como amortiguadores. Evitan que los cuerpos vertebrales individuales se toquen entre sí y se dañen entre ellos. Los discos intervertebrales también protegen la columna vertebral contra golpes e impactos.
Investigar una hernia
Con el fin de determinar el grado en que los nervios han sido dañados por la hernia discal se tiene que hacer un examen neurológico completo, en el que el médico no sólo evaluará los reflejos y la sensibilidad, sino también la velocidad de conducción de los nervios afectados. En caso de que la hernia afecte las vértebras cervicales, conviene medir el ritmo cardíaco de las piernas y los brazos con el objetivo es detectar posibles problemas de la circulación tras el desplazamiento del disco intervertebral.
Asimismo, es necesario tomar una radiografía de cada zona en la que haya una hernia. Los tests de imagen como la tomografía computarizada y la resonancia magnética son también parte de los métodos oficiales para investigar las hernias ya que permiten obtener una imagen directa de la médula espinal y los nervios.
Protuberancia del disco
Cuando existe una protuberancia del disco nos encontramos en la etapa previa de una hernia; el núcleo gelatinoso del disco se ha desplazado, pero sin romper el anillo de fibra. No tiene por qué acabar derivando en una hernia, pero sí que provoca dolor.
Cómo prevenir las hernias discales
Hacer ejercicio
Conviene reforzar los músculos abdominales y de la espalda alivia los discos intervertebrales. Concretamente, se debe realizar una rutina de ejercicios y estiramientos que los fortalezcan.
Cargar peso de forma correcta
Los objetos pesados deben ser levantados de cuclillas y con la espalda recta.
Reducir el exceso de peso
Cualquier exceso de peso es una tensión adicional en los discos intervertebrales y pone en riesgo su buen funcionamiento. Tanto en el trabajo como en el ejercicio físico, conviene no hacer esfuerzos excesivos levantando objetos o realizando cualquier tipo de fuerza.
Mantener una dieta saludable
Realizar una dieta equilibrada es muy importante en la absorción de nutrientes que fortalecen los discos y previenen las hernias. Para ello se deben incluir en la dieta alimentos ricos en fibra, vitaminas y minerales, como por ejemplo los cereales, frutas y verduras. Además debe realizarse una correcta hidratación.