El sobrepeso es literalmente una causa “de peso” de numerosas enfermedades. Por eso se deben perder esos kilos de más y procurar mantenerse siempre en el peso normal. Las personas que tienen más kilos de los que deberían con frecuencia tienen el buen propósito de deshacerse de esos kilos sobrantes.
Sin embargo, del dicho al hecho hay un trecho en lo que respecta a adelgazar. Una vez armados de fuerza de voluntad, la tarea de perder peso resulta ser más difícil de lo que se esperaba, sobre todo a la hora de mantener continuamente el peso ideal alcanzado. A menudo el sendero que lleva hasta la figura ideal está lleno de errores y falsas ideas.
El mito del metabolismo bueno y otros errores
Según los datos estadísticos de numerosas encuestas, más de la mitad de la población tiene sobrepeso. El 16 por ciento de las personas que padecen sobrepeso son incluso adiposos, es decir, obesos.
Hasta el momento el país nunca había tenido tantos casos de sobrepeso. Aunque ya tendríamos que saberlo: tablas calóricas en todas partes y montones de dietas en medios impresos y móviles.
Sin embargo, cada vez estamos más gordos. ¿Por qué? Porque cometemos errores graves. Uno de ellos es el mito del metabolismo bueno. Persiste la creencia de que la humanidad se divide en dos tipos de personas. Por un lado, aquellos envidiados que pueden comer todo lo que les apetezca, no sólo ensalada y pescado magro, también aquello que otros sólo pueden probar con los ojos. Por otro lado, aquellos que deben vigilar constantemente su peso. Aquellos que deben renunciar al postre y que tras la Navidad y otras celebraciones repletas de comidas hipercalóricas siempre tienen que ponerse a dieta. Sin embargo, a pesar de todo no consiguen aproximarse ni un solo centímetro a la figura de sus sueños. Este es el momento en el que nos aferramos al consuelo de que “los demás son los que tienen un metabolismo bueno”.
Por suerte, esto es falso. Los “demás” simplemente tienen un metabolismo más activo y un metabolismo basal alto. Y es precisamente por esto, por el hecho de no tener este tipo de metabolismo, por lo que no consiguen adelgazar de ninguna de las maneras. Entonces se plantea la pregunta de por qué unos tienen un alto índice metabólico y otros no. La respuesta es que quien desee adelgazar no puede negarle al cuerpo todo aquello que éste necesita.
Quien desee adelgazar debe comer, pero comer lo adecuado.
Lo que estimula el metabolismo y favorece la quema de grasas son las proteínas, los aminoácidos y sobre todo vitaminas, minerales y otras sustancias vitales en abundancia. De lo contrario el cuerpo marcha a medio gas y limita sus actividades metabólicas. Al fin y al cabo en nuestro programa genético está grabado que en tiempos de escasez se consuman menos calorías. Según este imperativo de la evolución, las hormonas se ponen en estado de emergencia. Si la grasa se almacena en los lipocitos y se restringen las ganas de realizar actividades físicas, no hay nada que hacer. Son aquellos casos en que a pesar de comer la mitad y de contar minuciosamente las calorías no se puede adelgazar. Es justamente el otro camino el que conduce a la delgadez: aumentar el consumo de energía y al mismo tiempo disminuir el aporte energético. Aquí la quema de lípidos desempeña una importantísima función.
Adelgazar = quemar grasas
Solamente evitar las grasas no sirve para adelgazar, hay que quemarlas. ¿Pero qué es exactamente quemar grasa? En cualquier caso, algo que está asociado a muchas falsas ideas.
Quemar grasa es uno de los dos caminos que nuestro cuerpo emplea para obtener energía. El otro es el aporte de energía a partir de hidratos de carbono. Al quemar grasa en nuestro metabolismo se queman ácidos grasos libres. Nuestro cuerpo obtiene estos ácidos grasos desintegrando la grasa de reserva en partes pequeñas. En comparación con la obtención de energía a partir de hidratos de carbono, este método es relativamente complicado; sin embargo, el cuerpo obtiene más energía.
El cuerpo está constantemente quemando grasa, no sólo tras un intervalo de tiempo determinado, los treinta minutos mágicos, como se suelen llamar. Al fin y al cabo, nuestro cuerpo también consume energía mientras dormimos y no sólo cuando nos encontramos activos.
Por otro lado, mediante la descomposición de la grasa se pretende simplemente reducir el peso corporal disminuyendo el porcentaje de grasa corporal. Esto sucede cuando aportamos al cuerpo menos energía de la que consume durante un periodo de tiempo largo. Esto se denomina balance energético negativo.
La quema de lípidos también se favorece mediante actividades deportivas de baja intensidad, que producen una relación favorable de aporte y consumo de energía (véase a continuación).
Proteína quemagrasas
La proteína es una dinamo para quemar grasas, reduce el peso, avivando la quema de lípidos, pues para que el metabolismo pueda transformar la proteína alimentaria en proteína corporal, el cuerpo necesita energía. Esto significa que mientras se digiere la proteína el cuerpo está consumiendo calorías. Sin embargo, sólo en el caso de la proteína con poca grasa. Es decir, con requesón, queso cottage y todos los demás productos lácteos desnatados, pescado, aves y carne magra, ya que estos alimentos contienen mucha proteína y poca grasa.
En la naturaleza no existe la versión cero por ciento de grasa. Entre los componentes de las proteínas encontramos los aminoácidos; uno de ellos es la carnitina, una experta en la tarea de quemar las reservas de grasa que está presente en todas las células del cuerpo y aviva al máximo la quema de grasa. Si se descompone la grasa corporal, la sustancia proteínica transporta la grasa de la sangre a las células. Únicamente allí, en las mitocondrias, se puede metabolizar. En caso de un déficit de carnitina, la quema de grasa no se pone en marcha de forma ideal. En las personas con sobrepeso se encuentra muy poca en la sangre, lo cual no es sorprendente. Si al cuerpo le falta la energía de los ácidos grasos, recurre a la proteína como fuente de energía. Pero la proteína también significa musculatura. Es decir, el cuerpo desintegra los músculos, pero mantiene su grasa. El clásico efecto yo-yo, el temido efecto secundario de muchas dietas.
Alejarse de los kilos
Entre los métodos más efectivos para aumentar la quema de lípidos se encuentra el ejercicio físico. No importa cuál sea la edad, también con setenta años se puede transformar el tejido adiposo en masa muscular y mejorar la forma física. Como los expertos en medicina deportiva siempre recalcan, las personas se pueden entrenar hasta edades muy avanzadas.
Se recomienda hacer deporte, sobre todo para decir adiós a los kilos de manera permanente. Lo que hasta ahora no se ha mencionado es el efecto de postcombustión, llamado así porque comienza cuando ya se han terminado las actividades físicas. Después del entrenamiento la metabolización de energía continúa funcionando durante algún tiempo a máxima potencia. Ello provoca un aumento del consumo de calorías y contribuye, incluso si se está sentado de nuevo en el sofá, a adelgazar.